literature

Acuerdo de odio [RivaillexMikasa]

Deviation Actions

Antifashion19's avatar
Published:
1K Views

Literature Text

V Acuerdo de odio
Del odio al amor hay un paso… del amor al odio un instante



Nickolas Colton seguía esperando, recargado en una de las paredes de aquel recinto. Tenía los ojos cerrados, repasando en su mente una y otra vez el camino que debía seguir para llegar al sitio en donde la Legión de Reconocimiento se resguardaba; sabía que no debía dejar que la Policía Militar le siguiera, entonces supuso que tendría que cruzar varios atajos para así perderlos.

Bufó molesto.

Y de pronto se preguntó cuánto tiempo tendría que esperar en recibir la misiva que le daría Zilack para el comandante Irvin. No le gustaba permanecer ahí porque podía sentir como era vigilado, y aunque supuestamente en la Policía Militar había miembros que fueron de los primeros diez en su graduación, no eran muy buenos para espiar… él se había dado cuenta desde que comenzaron a seguirlo después que la Legión de Reconocimiento saliera de la ciudad.

Ahora estaba ahí, siendo observado por un tipo de la Policía Militar que era demasiado alto para su gusto, y con músculos a reventar, tanto que parecía que el uniforme se le rompería si este hacía movimiento alguno.

Suspiró hondamente. Le sería un poco difícil librarse de ese hombre, bueno, sabía que por ahora no le haría nada hasta que saliera de este lugar; quizás le seguiría a un lugar abandonado, uno que previamente la Policía Militar está preparando, para atacarlo por la espalda. Tal vez aquel hombre le rompería el cuello o sólo lo dejaría inconsciente para después ser torturado por otros, lentamente, sacándole las uñas una por una…

—Joder —soltó. Aquel hombre sonrió.

Trató de no pensar mucho en ello, ya había planeado su escape y no quería seguir perturbándose. De pronto una suave brisa le acarició la piel y le revolvió sus cabellos oscuros, y en aquel momento la imagen de Petra vino a su mente. Ella siempre lo había acompañado cada vez que iban a darle informes a Dalliz Zacklay, y mientras esperaban hasta que aquel hombre los atendiera, solían conversar durante horas; y aunque la mayoría de las conversaciones incluían al sargento Rivaille, era reconfortante estar con ella. Pero Petra ya no estaba, y lo más triste de eso, fue la forma en cómo murió.

Algún día, espero casarme con…”, le había dicho, con las mejillas sonrojadas mientras veía al sargento Rivaille. Y aunque ella no había pronunciado el nombre de la persona con la que deseaba casarse, era obvio que se trataba del sargento.

Se preguntó si Rivaille había estado triste tras la muerte de Petra, o si de alguna forma la extrañaba.

—Disculpe… —escuchó una voz detrás de él. Se giró y vio a una joven mujer, de cabellos rubios y ojos azules, que se inclinaba levemente ante él—. Ya puede entrar. El Generalísimo lo espera…

Y Nickolas observó detenidamente a los hombres que estaban detrás de aquella joven, apuntándole con pistolas, escondidas entre sus ropas; esperaba que al terminar todo eso le obsequiaran una, así no le sería difícil acabar con los, ahora cinco, hombres que le esperaban escondidos afuera para robarle la información que le daría Dalliz Zacklay.

.
.
.

Mikasa dormía tranquilamente. Aunque ella no quería hacerlo, la habían obligado irse a descansar dentro de su habitación, así que se paseó durante un buen rato hasta que ya no pudo más y se dejó caer sobre la cama; se propuso solamente cerrar los ojos por unos minutos, nada más, sin embargo se fue quedando profundamente dormida. Entonces soñó con Eren, y sonrió de felicidad mientras lo hacía; por fin había tenido un sueño en el que él no moría asesinado por aquel hombre, por el sargento Rivaille:

Eren estaba recostado en el verde pasto, bajo la sombra de un gran y extraño árbol de flores rosadas. Ella también estaba ahí, a su lado viéndolo dormir, y fue acercando su dedo índice para tocar sus largas y tupidas pestañas; de pronto, él le sujetó la mano y tiró de ella para hacerla caer. Sonrió divertido mientras se colocaba sobre ella y la aprisionaba contra su cuerpo con sus brazos, con tal fuerza que a Mikasa le costaba respirar…

—¿Eren…? —preguntó asombrada, no comprendía lo que estaba sucediendo ni lo que él pretendía—, ¿qué sucede?

Empero, Eren sólo movió su boca y a pesar de estar a centímetros de él, ella no pudo escucharle.

—¿Eren…? —volvió a preguntar.

Y entonces acercó su rostro. Quiso soltarse pero él no se lo permitió, únicamente acercó su boca hasta unirla a la de ella y después la besó, muy despacio, dándole pequeñas y suaves mordidas en los labios; Eren le volvió a sonreír y Mikasa quiso preguntarle por qué la había besado, así que lo detuvo... sin embargo y ante su sorpresa, él comenzó a besarle el cuello.

—¡Eren! —gritó y lo apartó de ella.

—Ódiame —le dijo él—. Ódiame, Ackerman.

—¿Eren…? —levantó su rostro, pero él ya no era Eren. Aterrada contempló que este había sido suplantado por el sargento Rivaille—. ¡Usted!

Y el sargento sonrió mientras le susurraba algo que, a pesar de no oír, entendió a la perfección: “Tú mataste a Eren”.

—¡No! —gritó.

—Mikasa, ¿estás bien? —le preguntó aquella chica asomándose por la puerta.

—Estoy bien, Christa —soltó pero después se dio cuenta de su error—. Oh, me equivoque. Tu nombre es Historia, ¿no?

—Sí, así es… y no te preocupes —entró a la habitación y se aproximó a ella—. ¿Qué pasó?

—Tuve un extraño sueño…

—¿Tenía que ver con Eren? —Historia se sentó en la cama, mirándole con tristeza.

—No lo recuerdo —mintió. Cómo podría decirle sobre lo que Eren le había hecho en su sueño, o más bien lo que le había hecho Rivaille—. Al final, sólo logré despertarte.

—Ya estaba despierta. Es mi turno de hacer la guardia junto a Jean e iba pasando por el pasillo —le explicó y se levantó rápidamente al recordar que Jean la esperaba afuera—, así que debo irme.

—Me uniré a ustedes para hacer la guardia —dijo a la vez que se levantaba y sacudía un poco sus ropas—, no creo volver a conciliar el sueño.

—E-está bien —respondió nerviosa. Sabía que sería incomodo estar a su lado, haciendo como si nada y sin contarle la verdad sobre la “muerte de Eren”; pero debía hacerlo, había prometido guardar silencio—. ¿Te puedo hacer una pregunta, Mikasa?

La nombrada asintió mientras ambas salían de la habitación y caminaban hacia la entrada de aquel castillo.

—¿Aún no recuerdas por completo lo que sucedió aquel día?

—No. E intentado pero no logro hacerlo, recuerdo otras cosas pero no sobre ese día —dijo y notó que Jean esperaba en la entrada—. Lo único que sí recuerdo a la perfección es que ese hombre mató a Eren.

—Entonces, ¿de verdad piensas matar a Levi? —preguntó Jean.

—Sí.

—¿Y si Rivaille no asesinó a Eren? ¿y si fue uno de nosotros dos… o tal vez Armin, Conny, Sasha, el comandante Smith o la comandante Hanji? ¿o quizás Hannes-san? —soltó Jean, molesto. Historia se puso nerviosa por todo lo que él decía—. ¿Nos asesinarías sin dudar?

Mikasa no entendió porque Jean le hacía aquellas preguntas, de pronto sintió un poco de frío y quiso cubrirse con su bufanda roja pero esta ya no estaba; entonces recordó que aquella bufanda, la misma que le había regalado Eren después de salvarla, se había quedado atrás junto a su cuerpo sin vida.

Y ella se había jurado a sí misma que si aquel día no había podido salvarlo, por lo menos lo vengaría…

—Sí —y ambos, Historia y Jean, se sorprendieron de que ella ni siquiera titubeara ante tal revelación.

.
.
.

Dalliz Zacklay le había dado un sobre para el comandante Smith, y sus guardias sólo le habían acompañado hasta la entrada de aquel lugar, probablemente eran los únicos que tenía de confianza y no se arriesgaría a mandarlos lejos para que alguien aprovechara esa oportunidad y fuera a asesinarlo. La inmundicia de la Policía Militar había llegado a los puestos más altos de toda la organización. El Generalísimo y la Legión de Reconocimiento estaban en medio de los titanes y de las personas que no querían que se supiera la verdad del origen de estos, y de los que había dentro de los muros que los rodeaban.

Miró los inmensos muros que se alzaban ante él, y se preguntó si también había titanes debajo de sus pies. Probablemente así era, entonces recordó aquella historia que escuchó de Dot Pixis sobre un minero que…

—Colton…

Mierda”, se regañó mentalmente después de escuchar aquella voz detrás de él; se había entretenido y se le había olvidado que tenía que alejarse lo más pronto de ahí, si no la Policía Militar lo encontraría.

Djel Sanes —soltó Nickolas, y se giró. Ahí estaba ese hombre, acompañado de otros cuatro tipos más.

—¿Por qué tanta prisa?

—Porque vi al tipo grandulón que mandaste a vigilarme, así que no quería arriesgarme a que él me fuera a asesinar. No es nada personal, pero prefiero evitarlos porque ya sabes lo que dicen de la Policía Militar —explicó mientras se cruzaba de brazos—: Son corruptos, y les gusta torturar y asesinar.

—Joder, que mentiroso eres… —soltó una carcajada y después se colocó a lado de Nickolas para darle una pequeña palmada—. Nadie dice eso último.

—Ah, es que eso sólo lo digo yo.

—Bueno, ya sabes a lo que vine… —ambos caminaron hacia unas columnas para no ser vistos juntos—. Dame la información que te dio Zacklay para Smith.

—No te la daré.

Y Djel Sanes se sorprendió ante la respuesta que le había dado Nickolas. Frunció el ceño y estaba a punto de darle la señal a sus acompañantes por si el nombrado pensaba escapar; estaba decidido a obtener esa información fuera como fuera.

—Me la ha dado en un sobre, y posiblemente esté en una clave que sólo él y el Comandante saben —le mostró el sobre y lo sacudió de un lado a otro—. No pienso arriesgar mi cuello para que abras el sobre y que no entendamos ni una mierda.

—Joder, me habías asustado —volvió a palmearle la espalda—, creí que te habías ablandado y ya no nos servirías como espía. Sería una pena matarte…

—Sí, sería una pena morir y no recibir mi dinero. Págame ahora —extendió la mano para que este le diera su pago—. Y cuando Smith abra el sobre me enteraré de esa información, después de todo, ahora me he vuelto uno de sus hombres de confianza. Luego, encontraré una forma de hacértela llegar.

—Tampoco nos dirás donde se están escondiendo, ¿cierto?

—Para qué preguntas si ya sabes la respuesta —respondió y le sonrió—. No pienso arriesgarme a que tus muchachos me jodan, y que después yo termine asesinado.

—¿Tanto miedo tienes de morir? —preguntó Sanes, divertido.

—Más bien de lo que pueda pasar cuando eso suceda…

Después de decir eso Nickolas sólo le miró intensamente, y eso a Djel no le gustó. Había algo en ese crío que ya no le agradaba, se preguntó si acaso él era uno de los…

—Hey, vuelve en ti —le tronó los dedos para que reaccionara—. Ya dame mi paga que debo partir lo más pronto posible.

—Ah, claro —de sus bolsillos sacó un pequeño saco del tamaño de un puño y se lo dio—. Lo mismo de siempre. Por cierto, tengo otro encargo más…

—¿Otro? —preguntó mientras sacaba una de las monedas que había dentro del saco para después morderla y comprobar que no fuera falsa. Después de hacerlo, la volvió a meter—, ¿y ahora qué…?

—Necesitamos información de una de las mujeres que están en la Legión de Reconocimiento.

—¿La chica Reiss?

—No, de Mikasa Ackerman.

—¿La chica que había quedado en coma? —preguntó curioso—. ¿Y qué quieren que obtenga de ella?

—Queremos la marca… —respondió Djel—, que tiene tatuada en una de las muñecas.

“Debes recordar, y esto es muy importante… no debes dejar que nadie más vea esta marca”

.
.
.

—Vas a transformarte en un titán…

—¿Eh? —soltó Mikasa, incrédula ante lo que había dicho la comandante Hanji apenas se había aclarado la mañana.

—Bueno, “esperamos” que te transformes en un titán, así como Eren —le explicó, no muy bien porque ella seguía sin entender porque todos ahí “esperaban” que se convirtiera en un titán—. No te preocupes, hemos tomado nuestras precauciones.

—Oi, cuatro ojos —oyó como Rivaille se dirigía a Hanji—, ¿no le ves la cara? No ha entendiendo nada de lo que le has dicho.

—¿En serio?

—No necesito que usted interceda por mí, sargento —soltó Mikasa llena de rencor—, eso debió hacerlo con Eren.

Hubo un silencio incomodo en todo el lugar. Rivaille sólo le miró firmemente mientras permanecía sentado, no podía ir a darle una lección a esa cría a causa de su pierna; aunque Arlelt y Hanji habían arreglado su prótesis después que él la dañara al hacer ese movimiento brusco, tenía que descansar para no forzarla hasta que llegara la nueva… de pronto recordó el beso que le había dado a Ackerman el día anterior.

—Tsk —chasqueó la lengua y prefirió no seguir pensando en lo que había sucedido aquel día—. Lo que necesito es disciplinarte, Ackerman.

—Y yo asesinarlo…

Mikasa le gruñó y entonces Hannes se interpuso en su camino. Todo lo que sucedía estaba mal, pero no podía decirle la verdad, era una especie de pacto que todos habían acordado.

—Creemos que tal vez lo mismo que le hizo a Eren, lo hizo Grisha contigo —le explicó Hannes—, una especie de seguro por si algo pasaba con Eren. Así que tal vez por eso el Rey está interesado en ti, porque probablemente tú puedas transformarte en un titán también.

—¿Y cómo pretenden que se transforme? —preguntó Jean—, ¿que la devore un titán?

—No contamos con uno ahora —respondió Hanji, a pesar de que en realidad si contaban con uno, pero después de descubrir que los titanes que han estado matando en realidad son humanos y que el que está en sus manos es la madre de Conny… no podían usarlos más para sus investigaciones. Ya no—. Y sería arriesgado exponerla y que al final sea devorada en verdad.

—¿Y cómo haremos las pruebas? —preguntó Irvin.

—Bueno, el gran odio de Eren eran los titanes… —dijo Armin, y después todos giraron hacia Rivaille, viéndolo fijamente—, y pienso que sí ella se enfrentara a lo que más odia, tal vez pueda lograrlo. Si en verdad tiene la misma capacidad de transformarse en uno.

Mikasa se regodeó por dentro al saber lo que venía, e Irvin que estaba al lado de Rivaille, sonrió y le palmeó la espalda a este para darle ánimos. Como si los necesitara. Entonces le vio la pierna derecha, o más bien, el pedazo de metal que ahora la suplantaba, y cuando Levi se levantó dispuesto a enfrentarla, Irvin sólo esperaba que si ella se transformaba, no lo asesinara…

Ya era un error que no estuviera al tanto de la verdad tras “la muerte de Eren”, y sabía que sería otro error que matara a quien creía lo había asesinado porque… después de todo, Rivaille era la persona equivocada.


Continuará…
←Anterior - Créditos - Siguiente→

Se supone que este capítulo ya estaba hecho, pero revisándolo antes de publicar, me di cuenta que lo que había escrito antes no tenía mucho sentido, había quedado muy extraño e incongruente. No son ustedes, soy yo. Volví a re-escribirlo, salve algunas cosas y las otras las pasé para el siguiente capítulo, aunque admito que eliminé varias cosas que no tenían nada que ver. Aunque ahora que lo reviso, parece que este capítulo es sólo de Nickolas Colton.

Y se preguntarán: ¿Quién es Nickolas Colton?
Bueno, si han visto el anime sabrán que apenas pasaron el OVA “El diario de Ilse”, y en una escena apareció un chico de cabellos negros, al cual Irvin Smith le había dado una orden; podría ser algo tonto esto, ya que ese chico sólo apareció unos cinco segundos, aún así se volvió muy popular. No sé sabe cómo se llama, pero en Tumblr le han nombrado: Nickolas Colton. Y eso me convino a mí, ya que en esta historia eran necesarios ciertos personajes que serán parte importante en la historia; así que he tomado a Nickolas en lugar de crearme un personaje (me da como que infinita flojera inventarme uno).

 En fin, agradezco de nueva cuenta a fangirlx.x por las imágenes RivaillexMikasa que me ha mostrado en el grupo Shingeki no Kyojin- Fc, ya que me había bloqueado y estuve checando las imágenes que ella ha subido ahí. Y la inspiración volvió.

Además, gracias a todos ustedes que leen y apoyan esta historia. Espero actualizarla más seguido… aunque a veces soy lenta y vaga.
© 2014 - 2024 Antifashion19
Comments2
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In